Editorial

El macrismo comunica mal y cada vez peor


Desde que Mauricio Macri llegó al poder uno de los debates que siempre se reflotan es el del problema de comunicación de su Gobierno. Muchas medidas duras se anuncian sin explicaciones que las sustenten y ante malas noticias suele haber ausencia de voces oficiales.

Venimos de una maquinaria comunicacional del gobierno de Cristina Kirchner, que estaba apoyada en la distribución de una abultada pauta oficial, el uso discrecional de las licencias que otorgaba la Afsca, las cadenas nacionales y el Fútbol para Todos. Pero el estilo supuestamente espartano de una comunicación directa a los ciudadanos, con mayor uso de las redes sociales, con conferencias de prensa, sin cadenas, con una cuarta parte del presupuesto en publicidad oficial y con economía de palabras, puede haber generado beneplácito, sobre todo entre sus votantes, al comienzo. Sin embargo a poco de andar las medidas que fue tomando el Gobierno comenzaron a sorprender a propios y extraños ante la falta de sustento explicitado. Así sucedió con los aumentos tarifarios, por el que todos reclamaban; con el conflicto desatado con el Correo Argentino y las deudas del Grupo Macri; pasa ahora con los despidos que planean realizar en el Estado nacional o los sucesos trágicos del ARA San Juan.

Dicen que el consejo de Jaime Durán Barba  parte de la hipótesis de que no hay que amplificar una mala noticia sobreexponiéndola primero. Lo que ha demostrado su relatividad, porque los temas que no se explicaron invariablemente terminaron estallando en los medios de comunicación y aunque se trabajó mucho en las redes sociales, tal el estilo del macrismo, hubo que salir en varias tandas a dar explicaciones tarde y mal.

La oposición e incluso parte del oficialismo se pregunta hasta qué punto es posible que se le siga dando tanta importancia a la comunicación de un Gobierno como si fuera algo separado de la política, capaz de ser administrado como un dispositivo con lógicas independientes de la misma acción que la produce. La oposición en general cree que no  y considera que las medidas son de un impacto social tremendo y se cuenten como se cuenten caerán mal, porque el problema no es cómo se comunica sino lo que se decide. En parte es cierto que las malas noticias no se convierten en buenas por el modo como se las informa, sin embargo el votante de Macri ha demostrado que es capaz de apoyar decisiones duras si comprende que el beneficio es a mediano o largo plazo, si comprende la razonabilidad de la medida.

La realidad es que hay una comunicación de baja intensidad y se confía demasiado en que la sola comparación con el kirchnerismo es suficiente explicación para fidelizar el voto y que el ciudadano quede conforme. Y esa estrategia de los dos primeros años del macrismo están a punto de ingresar en otra etapa, los dos años que vienen donde el ajuste sigue sin pausa y además se anuncian despidos masivos del Estado nacional, lo que debieran ser debidamente explicados. La estrategia de la comparación con el pasado se va agotando a sí misma por el mismo paso del tiempo y la responsabilidades que tiene quien gobierna.

Estando en la antesala de un achicamiento del Estado nacional que en general todos podemos suponer que está sobredimensionado, sencillamente porque es un tema periodísticamente muy hablado, se van a necesitar algunas explicaciones por parte del presidente; estamos en una etapa dura, la economía no muestra brotes verdes aun y el empleo escasea. En este caso se debieran exhibir los números del gasto y el objetivo de los despidos. Ponemos como ejemplo al Inta, donde si se lo va a achicar dejando al ente sin los técnicos necesarios para los importantes estudios de semillas, indudablemente que la noticia caerá como bomba en la gente que verá cómo se degrada un área clave para la producción. Ahora bien, si se trata de empleados innecesarios nombrados por favores políticos que generan solo gasto al Estado, puede que haya sectores de la ciudadanía que lo comprendan, en pos de achicar el déficit fiscal. Aun cuando al tratarse de despidos hay sectores que no lo verán con buenos ojos.

El Gobierno cuenta con una ventaja, hasta el momento, y es que los medios de comunicación no son actores neutrales en este juego, porque han padecido al kirchnerismo y han decidido ayudar al macrismo en forma mayoritaria. Por eso se da la paradoja de periodistas que salen a explicar de manera impecable lo que los propios funcionarios no dicen por sí. El resto hasta ahora lo ha hecho con fuerte despliegue en las redes sociales, donde todo el tiempo hay trolls enviando consignas a los más jóvenes y a los ciudadanos de mediana edad.

Pero la realidad es que hay medidas y decisiones que se comunicaron decididamente mal o directamente no se comunicaron desde el Gobierno. Además, el primer tarifazo eléctrico se intentó que pasara sin hacer ruido y estalló en los medios sin ninguna voz oficial que lo explicara. Pero también las malas explicaciones restan, porque las comparaciones de Prat-Gay y de Guillermo Dietrich para minimizar el impacto negativo de los aumentos irritaron, los ejemplos de las “dos pizzas” para graficar el impacto del aumento de la luz cayó como balde de agua fría. Ahora siguen los tarifazos y tampoco se explica nada, si se está invirtiendo en el sector energético, por ejemplo o a dónde va el dinero de los aumentos.

 

La lógica política y comunicacional del Gobierno debiera cambiar y mejorar, sobre todo porque ingresar en estos nuevos años de administración, pero con la prosecución del ajuste, así lo exige. Dicho de otro modo: merecemos que nos expliquen las medidas, sobre todo cuando tocan claramente nuestro bolsillo o nuestro empleo.


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