El kirchnerismo, recalculando

Faltan ocho meses para las Paso, que serán las que, según se cree, definirán los candidatos de cada sector. Pero los postulantes a presidente ya están en la cancha, con encuestas que los favorecen –dicen- y no habrá interna que los baje. Nos referimos a Daniel Scioli, a Sergio Massa y a Mauricio Macri. De ellos para abajo, todos son problemas ya que se les complican los armados de alianzas territoriales, como veremos. 

Mientras tanto, a Cristina Kirchner le sobreviene un fin de ciclo que los K no parecen querer asumir por lo que, aun con mucho pesar, se encolumnan detrás de Scioli, que es el único que ofrece garantías de triunfo. Porque Cristina debe dejar la presidencia, pero se resiste a dejar el poder, así que en tanto no pueda evitar que Scioli lidere las encuestas del Frente para la Victoria, lo apoyará. Además, ya es tarde para posicionar una nueva figura; lo intentó con Uribarri, con Capitanich, con Urtubey y con Randazzo, que si bien mide más que los otros, maneja una estructura propia, al igual que el gobernador. Por eso no es considerado un K puro.  

Scioli, por su parte, continúa ejercitando su paciencia tiempista; dadas las circunstancias mencionadas y la necesidad numérica, ya no considera irse del Frente para la Victoria. No obstante, todavía no ha sido ungido, y claro está que no piensa bajarse de la candidatura si eso no sucede.

Cristina, en su resistencia a dejar el poder, planea presentarse al Parlasur, como candidata, espacio regional donde le han prometido la presidencia. Se trata del legislativo del Mercosur. Hasta no hace mucho esta función la ejercía un legislador del Congreso, que era elegido entre sus pares nacionales y ratificado luego por los miembros del estamento regional. Para la conformación de 2015 se ha estipulado en el bloque que el representante del país deberá provenir del voto popular. ¿Cuál es la estrategia entonces? Por un lado, que figure el nombre de Cristina Fernández de Kirchner en la boleta de quien vaya por el Frente para la Victoria. Si todo prosigue como hasta ahora, iría en la boleta de Scioli. Ahora, si el gobernador se abre, deberá contemplar al hacer los números que uno de sus contrincantes encabezará su boleta con el nombre de la presidenta, con el caudal de votos de arrastre que ello implica. Por otro lado, al seguir en un cargo electivo, la presidenta conservaría los fueros que le evitan que las causas judiciales que la rozan, la lleven al banquillo. 

Pero por el momento no se ha cerrado nada, y hay quienes le hablan al oído a Scioli diciendo que espere y otros que le dicen que rompa. Pero la imagen de Cristina de más del 40 por ciento lo hace pensar, aun cuando este porcentual es personal y no de la gestión. Y el dominio que tiene del Parlamento y que aún perdiendo las elecciones mantendrá, también lo frena.

Tras 11 años de dominio de la política argentina, al kirchnerismo le cuesta dejar el poder y sus beneficios, no sólo a la presidenta sino al núcleo duro que no es tan amplio (un ocho por ciento) que se resisten porque con Scioli no tienen muchas chances de seguir en el juego. Casi ninguna; el gobernador puede entregar lugares legislativos en un acuerdo, pero para el Ejecutivo tiene su equipo. Y entre los K de “paladar negro” que hoy están en el Gabinete, hay varios que sin fueros serán presa inmediata de la Justicia. Por eso temen tanto a perder las elecciones como a ganarlas pero con Scioli, ya que para ellos en ambos casos sería el acabose. 

Las chances del Frente para la Victoria y el peronismo de retener la presidencia y las gobernaciones (incluyendo la de Buenos Aires) son muchas y se acrecentarán si la economía se reactiva, el kirchnerismo acuerda con Daniel Scioli, la oposición sigue fragmentada y Cristina muestra su faceta más moderada. De este modo pueden aspirar a una primera vuelta triunfadora.

Mientras Unen agoniza, con la colaboración excluyente de Elisa Carrió, los radicales están intentando formar parte de una alianza con Massa o con Macri, ambos con buenas posibilidades. Ernesto Sanz presidente de la UCR a nivel nacional y Carrió pretenden llevar radicales a un acuerdo con el PRO; mientras que Julio Cobos se reúne con el massismo con las mismas intenciones. El sector alfonsinista es el que pretende quedarse en el disperso radicalismo, en un acuerdo con el socialismo de Hermes Binner y el Gen de Margarita Stolbizer.

La UCR dejó de ser un partido con capacidad de competir en elecciones presidenciales. Obtuvo en las elecciones presidenciales de 2003 el 2,34 por ciento de los votos; en 2007 tercerizó su candidatura presidencial en Roberto Lavagna (que venía de ser ministro de Economía de dos presidentes peronistas) y alcanzó el 16,9, y en 2011, con Ricardo Alfonsín como candidato, cosechó el 11,14 por ciento. Pero además, el radicalismo retrocedió fuertemente en las provincias. Hoy sólo gobierna en Corrientes. De los 95 diputados nacionales que aportan al Congreso la Ciudad y la provincia de Buenos Aires, sólo cinco pertenecen al bloque radical.

Los radicales, solos, no tienen chance, es claro. La pregunta es para qué los buscan los otros candidatos opositores. Massa, porque a esta altura soñaba con ser candidato rodeado de, al menos, ocho gobernadores peronistas y una veintena de intendentes bonaerenses pero el peronismo no le respondió por eso busca aliados, al menos parlamentarios, intendentes. Y a Macri el radicalismo le suma porque tiene estructuras territoriales en provincias donde él aún no ha llegado.

De todas maneras Macri tiene una ventaja sobre Massa: es la contracara del modelo peronista y quienes quieren otro oxígeno lo votan, porque con Massa no tienen claro si propone un cambio real o un maquillaje. Para eso, los peronistas prefieren a Scioli. En cambio Macri tiene votantes propios y en la medida que el radicalismo le agregue territorialidad en algunas provincias sus perspectivas irán muy en serio.

Lo más probable es que hasta marzo en que se cierren los acuerdos de todos los sectores, no podremos pensar quiénes llegan al balotaje, si habrá o no segunda vuelta y quienes son los que mejor se posicionan, siempre dentro del esquema de los tres postulantes: Scioli, Macri y Massa.