Editorial

El intendente ante la protesta: ¿estilo propio o manual del PRO?


En esta postinundación, Pergamino está viviendo días complejos. No porque haya una gran cantidad de vecinos que busquen el camino de la violencia, sino porque en el marco de las quejas que se han generado tras conocerse los padrones de inundados hay sectores -por suerte minoritarios- que recurren a la quema de gomas en la puerta del Municipio, los cortes de ruta, los acampes. Un modo de protesta que es resistido por los vecinos en general, pero que quienes lo ejercen creen que es el único camino para ser escuchados. O se lo hacen creer. 

Son deformaciones propias de sociedades que durante décadas no han logrado tener una institucionalidad clara, profunda e igualitaria.

Con estas actitudes se abre otra grieta dentro de la Argentina, entre aquellos que buscan modos de queja por los canales que el Gobierno ofrece y otros que recurren a la presión a cómo de lugar. Ayer mismo Buenos Aires fue un caos, con cortes en el Obelisco, olla popular y fuerte reclamo por achicamiento de algunos beneficios a organizaciones sociales. 

Nuestra ciudad también viene padeciendo este tipo de quejas, la semana pasada y esta misma, sin que se haya logrado controlar el conflicto. Anoche, por segunda noche consecutiva, un grupo de damnificamos que reclaman otro modo de hacerse del subsidio prometido por las autoridades, cortaron el puente de la ruta Nº 8, el de avenida Colón y el de Florencio Sánchez. 

Este planteo, que se inició por la ausencia de los nombres de algunos damnificados en los listados oficiales, el cobro indebido por parte de otras personas y por críticas a los requerimientos para acceder el dinero, fue exteriorizado al principio por un grupo de no más de 20 personas, frente al Palacio Municipal. Ayer, ya en los cortes ya eran más de 100 los manifestantes y los reclamos eran ya de todo tipo. A esta altura, huelga aclarar, no dudamos tampoco que entre todos los genuinos damnificados ha de haber más de un puntero político “solidario” con la causa. Con esto queremos plantear que se ha llegado a un punto de alta conflictividad innecesariamente. Si finalmente el intendente iba a ceder a los pedidos, como hasta ahora ha hecho, bastaba con salir a la puerta del Palacio el primer día con esa respuesta para desactivar todo lo que vino después. Cierto es que este grupo de vecinos fue recibido, pero no por Martínez y la respuesta fue un nuevo derrotero a seguir. Puede parecer a las autoridades que es lo mismo, pero claramente no lo es: la gente pedía por Martínez y una respuesta concreta. Lo que finalmente sucederá, nos atrevemos a asegurar.

Si no hay cintura política para desactivar con una negociación, desenmascarando a los punteros y atendiendo a los genuinos reclamantes, es mayor problema dilatar una respuesta que de todos modos se dará. A los hechos nos remitimos.

En realidad cuando se permite que este tipo de problemáticas escalen, los cortes de ruta se suceden, los escándalos en la puerta del Municipio siguen, y al fin, se suele terminar recurriendo a la represión con la carga que puede traer consigo que haya que llegar a pedir la intervención policial. Eso, quienes reclaman y los punteros lo saben, y es uno de los ases en la manga con que van a manifestar. Una bala de goma es sinónimo de prensa y respuesta inmediata. Por eso juegan al extremo. Ahora, ¿no lo saben el intendente y sus funcionarios? ¿No ven la conveniencia -para todos- de desactivar al principio del asunto?

El interrogante en este caso es sencillo y hasta obvio: ¿por qué el intendente eligió el camino más complicado para encauzar la protesta?

Podemos ensayar varias respuestas pero que tienen patrones comunes. La más importante es, quizá, que el jefe comunal trata de mantenerse en un estilo que el PRO impuso a sus dirigentes, que se basa en mostrarse distintos a la política tradicional. Una suerte de evitar los enfrentamientos con sectores de protesta y responder con hechos a la realidad de la queja. 

Esta suerte de manual de estilo del macrismo, que incluso fue parte del encanto con el cual vastos sectores de la ciudadanía lo apoyó, buscando menos caudillismo y más institucionalidad, no es un proceso que se va a resolver en unos meses, tras décadas de un mismo modus operandi, y menos en un momento en que hay más de un 30 por ciento de pobreza.

Es probable que en estos casos se haga necesario dejar la teoría, muy válida por cierto, para hacer gala de mayor pragmatismo. De actuar según demanda la realidad, aunque implique salirse de lo deseable, utilizando la muñeca política que todo dirigente de alto rango debe hacer gala para salir de situaciones complicadas. Porque para llegar a tener la institucionalidad de un país europeo, va a pasar mucho tiempo y aunque sea muy positivo haber comenzado ese camino, hay que saber sortear los obstáculos de una sociedad que aún es la que tenemos.

Javier Martínez, en su fase dirigencial, supo poner en práctica estas artes, debiendo contentar al mismo tiempo por un lado al socio e hincha que le da vida institucional y económica el club, y por otro a los barrabravas, que por el contrario lo desangran.  

Es decir, no dudamos de su capacidad para desactivar las situaciones impropias pero por estas horas parece encorsetado entre el ser y el deber ser.

No escapa al análisis que Pergamino fue una apuesta muy fuerte del macrismo, que es un caso testigo que el PRO gusta lucir al resto del país, donde un candidato novel, nacido del riñón oficialista obtiene un triunfo enorme en la ciudad, contra toda la política tradicional. De modo que posiblemente, el intendente sienta esa mirada atenta desde la Provincia y la Nación a los movimientos de uno de los jefes comunales importantes del interior bonaerense, concretamente la mirada de Vidal y Macri sobre si su proceder es el deseable en estos casos, siguiendo la máxima tantas veces repetida por ellos de no confrontar, no responder con palabras sino con hechos. El tema es que a veces una palabra dicha a tiempo, y con el énfasis que otorga ser la autoridad, es justamente lo que lleva a que no se produzca una crisis con final incierto. O mejor dicho, con finales anunciados, si nos remitimos a la historia reciente: les van a terminar dando lo que reclaman, tras haberse desangrado las partes en un tira y afloja fútil que no hace más que dañar a la sociedad y a la imagen del propio Martínez. Lo vivimos con el caso Desiderio de la Fuente y a nivel país ya no nos alcanzan los dedos de la mano para enumerar las veces que Macri terminó cediendo arguyendo rectificación de errores.

Es probable que esa suerte de “mochila” de sentirse observado, no le permita a Martínez tener claro cuándo conviene romper el manual de estilo, asumir posiciones prácticas, como salir a enfrentar la protesta y darle un fin al conflicto. Porque en definitiva si la problemática se va de las manos, el costo local y en los niveles superiores que pagará el dirigente serán más altos. 

Si analizamos la línea fina de los conflictos, el intendente apenas asumido tuvo que atravesar un conflicto por las facturas de energía en la Cooperativa Eléctrica y la protesta llegó a las puertas de la Municipalidad, el intendente tuvo una rápida reacción y salió a hablar con los vecinos. El conflicto terminó allí porque el diálogo hace la diferencia. También es cierto que quienes se plantaron en queja en la Comuna eran en su mayoría sectores medios, a diferencia de las protestas de estos días donde son sectores altamente vulnerables e “inflamables” los que se presentaron.

Sin embargo si la actitud hubiese sido la misma, tal vez la queja no hubiese escalado tantos días y tampoco quizá se hubiesen cortado rutas. Al fin, ¿qué es lo peor que podría pasar? ¿Que intentaran atacarlo? No parece probable y además sería el fin de un modo de queja en Pergamino porque sin dudas generaría un profundo repudio de todos los vecinos. Y, en cambio, con un poco de diálogo, no por interlocutores y con un lenguaje más llano que técnico, se terminaría rápidamente desarmando a los sectores más activos.

En definitiva son análisis y especulaciones, lo importante sería conocer en la voz propia del jefe comunal: ¿por qué se dejó llegar a este punto un reclamo que empezó con menos de 20 personas en la puerta del Municipio?


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23 de Marzo de 2024 - 05:00
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