Editorial

El histórico acercamiento entre La Habana y Washington


Una nueva era comenzó para América Latina y el Caribe, como el presidente Barack Obama bien lo dijo en la VII Cumbre de las Américas.

Mientras que el presidente cubano Raúl Castro afirmaba, de manera inédita, que había que apoyar al estadounidense.

Hasta hace un año, no hubiéramos imaginado este cruce de diálogo entre ambos mandatarios.

En su discurso, Castro sintetizó la historia de la revolución y la sucesión de conflictos con Estados Unidos, pero donde hizo pie, donde puso el acento fue en la actualidad, el presente: de Obama dijo que “es un presidente honesto” y luego confió, entre risas de los mandatarios que lo rodeaban: “Primero escribí esto y luego lo saqué. Pero finalmente decidí incluirlo y no lo saqué más”. Si hacemos una lectura sencilla de este momento podemos decir que Castro lo pensó y dio vuelta la página de la historia. Un “borrón y cuenta nueva”, dicho de manera llana, focalizando en lo positivo que le reportará este nuevo modo de relación y no “machacando” sobre aquellos episodios –protagonizados por otros- que tanto daño desparramaron en ambas tierras pero especialmente en el seno de las familias cubanas.

Obama había dicho en su discurso que la reinstalación de las relaciones con Cuba abre la posibilidad de mirar al futuro. Y había prometido, momentos antes, que uno de sus objetivos es que se levante el embargo instalado hace décadas. Pero fue más allá, al señalar que esto abre una nueva relación con América Latina y el Caribe, y advirtió sobre la idea de una cooperación entre nuestros países con tres puntos fundamentales como ejes: primero, el sostén de la democracia; segundo, más inversiones en infraestructura, más energía barata y la eliminación de las injusticias económicas. Y en el tercero habló de la cooperación para reducir el flujo de drogas, de armas y crear más seguridad. 

La verdad es que tras 50 años de separaciones, amenazas mutuas y embargos, la generación que ya pinta canas no imaginó poder ver el reencuentro de Cuba y los Estados Unidos. De hecho, la única especulación que se hacía al respecto condicionaba que esto sucediera a la desaparición física de Fidel Castro. Y ni siquiera con grandes certezas.

Cristina Kirchner, en su último discurso como jefa de Estado en esta cumbre, destacó como histórica la participación, por primera vez, de la República de Cuba y restó mérito a Estados Unidos en que esto se haya concretado. Sentenció que la presencia de Cuba en ese ámbito se debe a su lucha “por más de 60 años por una dignidad sin precedentes con un pueblo que el 77 por ciento nació bajo el bloqueo y que sufrió y sufre muchísimas penurias. Estábamos muy contentos de venir a producir y a presenciar este hecho histórico del triunfo de la Revolución Cubana. “Este es el verdadero triunfo de la Revolución Cubana”. Gran verdad lo expresado por la mandataria argentina, pero no menos cierto es que hubo apertura y predisposición desde la otra costa; ninguna negociación se hace de a uno, por lo que también es para destacar la actitud de Obama. No sabremos desde acá abajo si esto no ocurrió antes por obcecación de Fidel o Raúl Castro o de Bush (padre e hijo), Clinton, Reagan, y tantos otros que sostuvieron esta tensión por más de 50 años. Sólo sabemos que Raúl y Obama lo hicieron posible por lo que el mérito es de ambos. 

Cristina también se refirió al flagelo de la droga; habló al fin del conflicto creado con Venezuela, que fue parte del discurso de todos los presidentes, pero nuevamente cargando las tintas contra los norteamericanos, a los que no les reconoció haber dado pasos protagónicos en el acuerdo con Cuba, ni tampoco haber detenido el conflicto con Venezuela.

El enojo fue el sello distintivo de la participación de nuestra mandataria en la VII Cumbre de las Américas; de todos modos, su imagen (y la nuestra) pudo quedar indemne porque todo lo sucedido quedó opacado por ese reencuentro entre Cuba y Estados Unidos. Un hecho importantísimo para el futuro de toda América y que, seguramente, permitirá a la isla poder compensar las penurias económicas que ha venido sufriendo desde el bloqueo.

Pero el verdadero efecto del encuentro de ayer se podrá dimensionar más adelante cuando –de seguirse este curso de conversaciones -el mundo vea mejorar las condiciones de vida para los cubanos, un pueblo educado y alegre, que por su situación política frente a occidente y el bloqueo norteamericano no ha podido crecer como para tener un mejor pasar para sus ciudadanos.

“Si Estados Unidos empieza un nuevo capítulo de las relaciones con Cuba, esperamos que se cree un ambiente que mejore las condiciones de vida de los cubanos”, dijo Barack Obama, al explicar el giro de 180 grados que su administración impuso al abordaje de la relación con la isla, en declaraciones previas a la cumbre. Indudablemente el presidente norteamericano conoce la realidad cubana, como todos los presidentes que han ido a la cumbre. No es un secreto tampoco que desde que el mundo dejó de ser bipolar, cayó el Muro de Berlín, emergió con fuerza la Unión Europea y cambiaron las condiciones internacionales en los planos político y económico, Rusia ya no pudo subsidiar más a Cuba y quedaron en una situación más que difícil. Aislados y con pocos lugares para exportar sus escasos productos, trataron de compensar con el turismo, en sus hermosas playas, el problema. Pero no alcanzó e incluso empeoró el clima social porque los cubanos comenzaron a diferenciarse en sus posibilidades de progreso de acuerdo a si estaban o no en contacto con el turista.

La Cumbre de las Américas fue distendida e interesante, desde todo punto de vista, aunque no faltaron los ataques sin respuesta, como el del venezolano Nicolás Maduro que dijo: “Exijo que Estados Unidos pida perdón e indemnice a los panameños por la invasión de 1989”, mientras en la puerta del cónclave un nutrido grupo de coterráneos organizaba un cacerolazo en su contra por los presos político en el país caribeño. En fin.

La cumbre es la más nutrida de las últimas ediciones, con una presencia casi absoluta de los 35 gobiernos. Entre las pocas excepciones figuraba la presidenta chilena, Michelle Bachelet. La última en llegar fue Cristina Kirchner, mientras que la brasileña Dilma Rousseff arribó un día antes porque tenía un lugar destacado en un plenario empresarial junto a Obama. Brasil en el aspecto diplomático y de comercio exterior sigue sacándonos enorme ventaja, incluso cuando puertas adentro las cosas no están tan bien. Pero es precisamente en circunstancias críticas para un país que el haber cultivado buenas relaciones comerciales es una “rueda de auxilio” extraordinaria.

Incluso Dilma figura entre las pocas sino la única jefa de Estado, que hasta ahora le pidió a Maduro que respete a la oposición interna en su país. Que sabemos pasa un momento de represión brutal. La Argentina debería haber exhibido la misma posición, en defensa de los derechos de quienes no piensan igual y se manifiestan pacíficamente. Y no defender a Venezuela a rajatabla como para mostrar más su enfrentamiento a Estados Unidos. Pero como decimos, Brasil nos supera en este aspecto, con posturas más flexibles y lógicas.

Pero como quedó muy claro ayer, todo puede revertirse y tal vez algún día Cristina comprenda la importancia de sostener buenas relaciones con las naciones que encarnan posibilidades de progreso para la Argentina. Si Washington y La Habana han vuelto a tener relaciones diplomáticas, todo lo demás puede pasar.


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23 de Marzo de 2024 - 05:00
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