Editorial

El balotaje más ajustado de la historia brasileña amerita la continuidad con cambios


Dilma Rousseff ganó en el balotaje brasileño, una victoria que la iguala, al tener los dos períodos consecutivos, a su mentor Lula Da Silva. Juntos le darán al Partido de los Trabajadores (PT) 16 años en el poder. Pero la victoria costó mucho; fueron las elecciones más reñidas y se ganó por el menor porcentual de diferencia en la historia de Brasil: el 51,64 por ciento de los votos para Dilma, frente al 48,36 del senador socialdemócrata Aécio Neves .

Al ser tan ajustados los números, lo que podríamos llamar un empate técnico, el Tribunal Superior Electoral esperó tensas horas para hacer los anuncios oficiales sobre los resultados. Dilma habrá pensado mucho mientras esperaba los resultados, porque la elección podría haberla ganado cualquiera de los dos y ese es un claro mensaje de un Brasil partido en dos mitades, lo que complica la gobernabilidad si no se llama al diálogo y la pacificación. Sobre todo porque la campaña fue durísima, basada en la división social y étnica -pobres contra ricos, negros contra blancos, centros urbanos contra zonas rurales, sur contra norte, izquierda contra derecha- y salpicada por acusaciones de corrupción sobre la mandataria. En este  proceso electoral quedó claro que Brasil está muy dividido y el corte se da por el lado de lo ideológico, sobre cómo se pretende seguir, si en la línea del socialismo o con un sesgo más liberal. Por eso Dilma deberá contemplar que al menos medio país pretende un cambio, por lo que en pos de la gobernabilidad deberá atender y matizar su gestión. 

“Mis primeras palabras son un llamado a la paz y a la unión. En las democracias, unión no significa necesariamente unidad de ideas. Presupone, en primer lugar, apertura y disposición al diálogo. Esta presidenta está dispuesta al diálogo y este es mi primer compromiso para el segundo mandato: diálogo. Algunas veces en la historia los resultados apretados produjeron cambios mayores y más rápidos que las victorias amplias”, dijo, en una inteligente primera salida pública cuando se conocieron los resultados. Si lo pone en práctica y modifica algunas medidas económicas que están trabando el crecimiento que antes supieron tener, Dilma tendrá un muy buen segundo mandato. Como decíamos, deberá matizar un poco.

Son tres duros frentes a combatir: el interno, con la postergada reforma política; el externo, en sus relaciones con Estados Unidos, en el estancado Mercosur y en la Alianza del Pacífico que está en pleno despliegue. Y el tercer frente es el económico, para salir de la recesión técnica en que se encuentra Brasil, creciendo pero sin generar más inflación, que hoy está encima del 6 por ciento. 

Sin dudas, Dilma era la candidata de Cristina Kirchner. No sólo por la afinidad política que las une, sino también porque su permanencia en el poder le garantizará al kirchnerismo, en esta etapa final de gestión, un 2015 sin grandes sobresaltos en materia de agenda internacional.

Estas, sin dudas, son buenas noticias para el Ejecutivo nacional así como para los industriales argentinos, dado que la permanencia de Dilma en el poder significará continuidad, negociaciones menos traumáticas y beligerantes en temas clave como la renegociación del acuerdo automotor, trabas a las importaciones, o el debate sobre el futuro del Mercosur.

De todos modos, Brasil deberá iniciar una corrección de la política económica, para lidiar con una creciente inflación, caída de la actividad industrial, baja tasa de inversión y alto déficit fiscal. Pero seguramente, estos cambios no serán tan profundos y rápidos como si hubiese ganado Aécio, que se había declarado abiertamente en contra de las regulaciones al comercio y en su plataforma de gobierno hizo especial hincapié en la necesidad de que la industria brasileña se abriera al mundo y forme cadenas de valor a nivel global.

Por eso el kirchnerismo festeja incluso más que Dilma, porque sabe que ningún otro candidato era mejor que ella a la hora de tolerar, sin chistar, las crecientes restricciones aduaneras.

También con este triunfo, el Mercosur como se lo conoce hoy en día, corre menos riesgos. El bloque está detenido, empantanado, recibe cada vez menos inversión externa y el comercio entre los socios no para de caer. Es necesaria una reformulación y Rousseff seguramente planteará cambios pero manteniendo la estructura. En cambio, con Aécio la Argentina estaría enfrentando tiempos difíciles, dado que el candidato había dejado en claro que iba a impulsar acuerdos de libre comercio por fuera del bloque. Apuntaba a flexibilizarlo con una modificación de la estructura jurídica del Mercosur, poniendo en riesgo la unión aduanera que hoy, gracias a las preferencias arancelarias, es la que oculta la ineficiencia y la improductividad de la industria argentina. Y con una apertura al comercio mundial, en poco tiempo seguro íbamos a estar peleando por un lugar en el mercado brasileño en igualdad de condiciones frente a otros países, lo que precisamente mostraría que no estamos en igualdad sino que tenemos grandes inconvenientes derivados de la falta de competitividad de nuestra moneda. 

En el frente interno Dilma tiene varias asignaturas pendientes. Están en agenda las demandas de las multitudinarias manifestaciones de junio de 2013 y las que antecedieron al Mundial de Fútbol. En aquellos complicados momentos, Dilma dijo haber entendido el mensaje y prometió reformas, pero lo que el público vio fue cómo se levantaban carísimos estadios mientras todo seguía igual o se construía el puerto de Mariel en Cuba, mientras el grano se pudría en el de Santos.

Lo que esperan quienes no la votaron esta vez o bien quienes confiaron en sus promesas y le habilitaron un segundo mandato es que se reduzca el intervencionismo del Estado en todas las áreas, lo que supone una burocracia asfixiante y cara; una reforma laboral y de las pensiones; una reforma fiscal que de verdad justifique la presión que soportan los brasileños; una revolución educativa, así como atraer inversiones extranjeras para desarrollar unas infraestructuras cuya ausencia se ha convertido en un auténtico impuesto al desarrollo del país.

Los electores le han dado una segunda oportunidad a Dilma. ¿Será la presidenta capaz de encarnar el cambio del cambio? ¿Habrá entendido ahora el mensaje?

Por el momento, en materia económica, Dilma adelantó que promoverá con urgencia “acciones localizadas” para retomar el crecimiento y reducir la inflación. En estos temas su contrincante era más fuerte y era más creíble.

Si bien hoy en Brasil están preocupados porque se superaron los límites deseables de la inflación y el crecimiento es casi nulo, su 6.5 por ciento no tiene punto de comparación con los 40 puntos con que Argentina terminará el año. 

Es interesante que la presidenta reelecta ya haya planteado que irá el camino del cambio en algunos aspectos, porque a sus opositores los votaron 50 millones de brasileños y eso indica que hay victorias con mensajes claros como en este caso. Esto demuestra que no ha tomado el resultado como un triunfo a festejar ni como una convalidación de un éxito porque claramente no lo es. En cambio, lo ha tomado con preocupación y buena voluntad. Una lectura muy diferente a la que hizo oportunamente nuestra presidenta, que sigue jactándose de que fue votada por el 54 por ciento de los argentinos, obviando que un 46 expresó su voluntad en pos de que se ejecutaran algunos cambios al modelo que, por el contrario, fue profundizado de 2011 a esta parte.


Otros de esta sección...
BuscaLo Clasificados de Pergamino y su región
Buscar en Archivo
Tapa del día
00:00
15:42
Errores:  0
Pistas:  38

Tu mejor tiempo:
12:07
Registrate o Ingresá para poder guardar tus mejores tiempos.

Nueva Partida
1 2 3 4 5 6 7 8 9
Editorial
Funebres
Perfiles Pergaminenses
Lejos del pago
Farmacias de turno

LO MÁS LEÍDO