Editorial

Comenzó la lucha por la apertura de los cielos argentinos


Apenas se conoció la noticia de que nueve aerolíneas solicitan autorización para volar más de 500 rutas regulares, lo primero que pensamos es qué interesante tener vuelos que nos conecten a todo el país sin tener que pasar por Buenos Aires. Es un salto cualitativo que nos debemos los habitantes de este país tan extenso e inaccesible para la mayoría. Inmediatamente después lo que nos preocupó era cómo iba a resultar este trámite, en un país donde las regulaciones son la estrella de todos los negocios. Es claro que en la Argentina a muchos les ha ido bien dando servicios buenos, regulares o incluso malos, además caros porque no tienen competencia. Y esto se aplica a la mayoría de los rubros.

No nos equivocamos y tal como se preveía, las movilizaciones convocadas por cinco sindicatos aeronáuticos para ayer a la mañana generaron demoras y cancelaciones en Ezeiza y Aeroparque. La protesta llevó a 38 vuelos cancelados y si se consideran aquellas partidas demoradas y las que requerían consulta a la aerolínea, los vuelos afectados eran 46.

Apenas asoma el tema y ya la reacción es durísima en los gremios, porque las viejas estructuras se niegan a cambios que puedan modificar su statu quo, aun cuando estas empresas generarán más empleo y, lo más importante, darán nuevos servicios a los argentinos, un país extenso y vasto que necesita comunicarse en todos los modos posibles, en avión también.

La lucha no será sencilla para lograr que se instalen estos vuelos de bajo costo, las presiones seguirán y veremos cómo se resuelve la cuestión. Los ciudadanos en esta etapa de la pelea somos convidados de piedra, que solo podemos esperar tener mejor servicio, más amplio en su oferta y más barato.

El punto de inflexión es que el Gobierno ha desregulado los cielos de nuestro país y nueve aerolíneas, algunas reales y otras que por el momento existen solo en los papeles ya que están en formación, solicitarán a partir la autorización para volar más de 500 rutas regulares. Se trata de la segunda audiencia pública convocada en menos de un año por la Agencia Nacional de Aviación Civil y que estará a cargo de la Junta Asesora del Transporte Aéreo.

Como ya ocurrió en diciembre del año pasado, la cita es en el Teatro de la Ribera, en La Boca, y se prevé que nuevamente los gremios aeronáuticos montarán una fuerte movilización en los alrededores, mientras sus titulares formarán parte de la lista de disertantes.

En esta segunda audiencia las aerolíneas Norwegian y Avianca son las que más rutas solicitaron. Norwegian solicitó 155 rutas, que prácticamente duplican los recorridos de cabotaje y regionales que efectúan Aerolíneas Argentinas y Austral, y uniendo puntos que hoy no están en el mercado. A eso le suma el pedido de unas cuantas rutas más desde Ezeiza hacia el resto del mundo, con la modalidad “low cost”, que propone precios más baratos a partir de eliminar costos que hoy están en el precio aunque no se usen; por ejemplo, la tarifa base no incluye equipaje en bodega ni comidas, por lo que hay que pagar aparte, pero se abre la chance de volar más barato a fuerza de prescindir de estos servicios. 

Los permisos solicitados son para volar cargas, rutas no regulares y rutas regulares, con una vigencia de 15 años. Lo cierto es que con que se autorizara solo la mitad de las rutas solicitadas tendríamos el país todo conectado a bajo costo y también a rutas internacionales permitiendo que muchos que hoy no pueden viajar en avión accedan a este servicio. Una verdadera revolución de las comunicaciones, como vemos con envidia que sucede en otros países donde las distancias parecen hacer dejado de existir. Incluso con viajes en avión, en otros países, hay quienes viven en una ciudad y trabajan en otra porque el traslado es más rápido que lo que se tarda desde cualquier lugar del Conurbano hasta Capital, sin ir más lejos.

Pero las regulaciones al trasporte aéreo y los intereses particulares puestos por encima de los generales siempre han impedido que esto suceda en la Argentina y ahora cuando se ha tomado la decisión de incorporar el “low cost” en nuestro sistema de comunicaciones empezó la tensión gremial como dijimos. Ayer al fin, el Ministerio de Trabajo dictó la conciliación obligatoria en el marco del conflicto con los cinco gremios aeronáuticos que estaban en la protesta. Sin embargo los gremios realizaban una asamblea sin haber acatado la resolución de la cartera laboral. Los sindicatos se movilizan para manifestar, según expresaron en un comunicado conjunto, su “plena disconformidad y rechazo a la política aerocomercial implementada por el gobierno nacional, y exigir que sea revertida”.

Según los gremios la política aerocomercial del país “asfixia financieramente a las empresas que ya están operando en el país, mientras les cercena desmesuradamente sus ingresos abriendo nuestro mercado en forma indiscriminada a numerosos nuevos explotadores a los que les otorga cientos de nuevas rutas, la mayoría superpuestas con las operadas por Empresas Nacionales”. Además de las consecuencias económicas de la apertura del mercado aerocomercial, los gremios agitan fantasmas sobre la seguridad de estos vuelos.

La problemática en la línea gruesa es, en definitiva, la defensa de la regulación o la de la libre competencia. El problema que en el primer caso se benefician solo los efectores del sector y en el segundo los beneficiados podemos ser la sociedad en su conjunto. Casi nada.

La premisa debiera ser, como en todos los órdenes de una gestión (aunque sea de un club social y deportivo de pueblo) el beneficio de la mayoría. Cuando se trata de aportar beneficios, evolución, renovación, es posible que alguno sienta que pierde (o efectivamente pierda) pero no por unos pocos pueden todos perder oportunidades, en este caso laborales y de servicio. Esos pocos de este caso en particular no están pudiendo ver incluso las muchas posibilidades que se abren para pilotos, estibadores, administrativos, además de la real necesidad que tenemos mejor conectados como país, algo que las dos aerolíneas nacionales no pueden operativamente lograr.

 

Estas mezquindades, desprovistas de análisis y del esfuerzo personal por acoplarse a nuevas realidades, exasperan. Pero sobre todo, retrasan.


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