Celebrar el Día del Periodista en medio de la “grieta”

Nadie imaginó en 1983, cuando las encuestas daban al periodismo en la cúspide de la credibilidad en la Argentina, que en 2014 el Día del Periodista iba a encontrarse con las cosas en este estado.

El clima de tensión en el que conviven los periodistas es indisimulable; los periodistas “militantes”, los “comprometidos” con algunos intereses se enfrentan como fieras con hambre, se critican, se atacan, se desmienten las informaciones. Y esto viene sucediendo desde hace tiempo algunos hablan de “la grieta”, otros cuestionan “el relato”, están quienes atacan “la cadena” y quienes fustigan a “la corpo”, porque hasta un nuevo lenguaje se ha creado para denostar al otro. El oficialismo y el antikirchnerismo, son las trincheras que dividen a los colegas. Afuera, mirando sin saber qué creer, están los 40 millones de argentinos.

Nada sucedió de un día para el otro: los enfrentamientos comenzaron primero lentamente hasta que se aceleraron la crisis con el campo y la ruptura de la Casa Rosada con Clarín, multimedios con el que hasta ese momento Néstor Kirchner mantenía estrecha relación, al punto de favorecerlo permitiendo que Cablevisión –empresa del grupo- se fusionara con el operador Multicanal en 2007, pasando a tener el 47 por ciento del mercado, una operación reñida con la Ley Antimonopolio y sobre todo con el actual relato. Es que Néstor Kirchner había asumido con solo el 22 por ciento de los votos y entendía que en su gobierno era primordial conseguir mayor consenso en la opinión pública, en la cual los medios masivos ocupan un rol central. Es decir que la de Clarín y el matrimonio presidencial era una relación en la que ambas partes ganaban. Todo cambió con la resolución 125 y la posición que adoptó el diario, al menos a los ojos de los ciudadanos; no sabemos si en las mesas chicas que los reunían no sucedió algo antes y el tema del campo fue el mascarón de proa.

Así se fue generando la incipiente grieta, o como la quieran llamar. El Gobierno comenzó a generar medios propios y a beneficiar publicitariamente a otros ya existentes, mientras que algunos medios independientes tomaron el rol opositor, compartiendo vereda con Clarín.

Pero no es sólo el oficialismo el responsable de esta situación, la ausencia de una oposición vigorosa y coherente también colaboró a que ese rol tuvieran que cumplirlo algunos medios. El kirchnerismo nunca tuvo un adversario de similar porte para demonizar (las debilidades de la oposición han hecho solas ese trabajo) por lo que en la prensa se erigió esa figura.

Y es así como hubo en estos años muchos ejes de conflicto, desde los apoyos y las críticas al modelo “nacional y popular”, quién era el dueño de la construcción de la agenda, la ley de medios o la negociación con los fondos buitre. Todo cayó bajo el influjo de la pelea entre oficialismo y opositores, en los ámbitos públicos y en el periodismo como lógica consecuencia.

La idea de celebrar el Día del Periodista en medio de este panorama hasta podría considerarse como un rito fuera de lugar. Recordar a Mariano Moreno, el creador de la Gazeta de Buenos Ayres, nuestro primer diario, parece hasta una niñería en medio de este cruce de intereses virulentos.

Sin embargo, no celebrarlo sería entregar las últimas banderas, la esperanza de volver a tener un periodismo vigoroso e independiente de todo tipo de intereses políticos y económicos.

Hemos llegado al punto en que cierta prensa opositora intenta deslegitimar al Gobierno y el oficialismo ataca sin piedad desde todos sus púlpitos -la presidenta sobre todo- a los medios no adictos. Esto que ya se ha convertido en una suerte de mal folklore, nos intenta obligar a naturalizar la pelea constante entre quienes están en una vereda y la otra, conflicto que poco a poco se fue trasladando a todos los sectores sociales, peleándose amigos de toda la vida, familias que se han ofendido entre sus miembros, porque, al fin, la grieta terminó devorándoselo todo.

Sin embargo, hay sectores del Gobierno que buscan, abiertamente, quitarle toda legitimidad a la prensa, son los ultra que existen en todos los movimientos, los paladares negros, en este caso del kirchnerismo, denostan incluso al periodismo independiente, que también existe, y que en su quehacer de reflejar la realidad necesariamente recae en la crítica a los responsables de administrar la cosa pública. Apuntan a estigmatizarlo, presentar a esta prensa como defensora de un institucionalismo vacío que es necesario desterrar. El filósofo político Ernesto Laclau fue todavía más allá al considerar al periodismo parte de un sector social que sobra y que, por lo tanto, no tiene sentido que sea parte del futuro. El razonamiento que aplica es que, a partir de que existe una mayoría que elige un Gobierno, todos los poderes y el periodismo deben subsumirse a esa mayoría. Es un concepto claramente anti republicano porque la mayoría no implica poder absoluto en el sistema democrático, que tiene tres poderes que conforman el Estado y que debe gozar de una libertad de expresión responsable pero sin trabas.

Los K que piensan así son los ideólogos de las embestidas a la Corte, los que manosearon las encuestas del Indec, el escrache a periodistas que no pensaban como el oficialismo. Pero en este juego de intereses cruzados, también se dijo que la hija de la presidenta vivía en un gran departamento en New York prestado por un gran inversor y resultó una falacia, también se dijo que Máximo tenía cuentas en  Estados Unidos y el banco norteamericano las desmintió.

Es decir el juego sucio en ambas veredas está a la orden del día.

En Pergamino y ya hablando de LA OPINION, no nos cruzan esos intereses pesados que se ven en la prensa nacional, porque nuestra realidad, y lo decimos sin ninguna ingenuidad, es completamente distinta. Claro que existen tensiones con el área política y con otros temas institucionales, como no puede ser de otra manera, pero la buena fe con que se encara la labor y el tener siempre presente que nos honra nuestro trabajo, hacen el resto.