Editorial

Buena noticia: la carne argentina vuelve a ingresar a Estados Unidos


Dos novedades resultan positivas para el país en general y para nuestra zona en particular, ambas están relacionadas con el campo como no podía ser de otra manera. Una referida a nuestras exportaciones de carne y otra al precio del trigo.

Respecto de la carne, después de poco más de 14 años de tener cerrado el mercado de los Estados Unidos para la carne fresca bovina, la Argentina podrá enviar nuevamente este producto a ese destino. Es importante por el enorme mercado que significa, ya que en el país del norte se consumen más de ocho millones de toneladas anuales. Además, esta decisión habla de que en nuestro país se han mejorado los procesos de calidad ya que los controles en EE.UU. son muy estrictos y si han permitido el ingreso de estos productos es porque se han logrado cumplimentar con los requisitos de sanidad. 

La noticia la dio el Servicio de Inspección de Salud Animal y Plantas que depende del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos y es el ente que autoriza los ingresos. Esto nos abriría también el mercado canadiense, un país que también es productor de carne y granos.

Hubo fuerte lobby de los ganaderos norteamericanos y de los mismos fondos buitre para que esta decisión que estaba tomada hace casi dos años, no se ejecutara hasta ahora. Son los problemas de intereses que surgen en todos los mercados, donde sus productores buscan protegerse de las exportaciones de países que generan el mismo producto de muy buena calidad, como es nuestro caso. También son las consecuencias de las deficientes relaciones diplomáticas que han imperado; los buenos oficios, como se ve, exceden lo político para tener un efecto directo en la economía nacional y, en este caso particular, en las regionales y las miles de familias que de ellas dependen.

Nuestro país, que en otras épocas exportaba a Estados Unidos, perdió el ingreso a su mercado en marzo de 2001 por un brote de fiebre aftosa, pero además luego de haber ocultado durante varios meses la enfermedad. Porque la picardía argentina está presente no solo en el menudeo sino también en los grandes negocios. El tema terminó en escándalo. Ambas cosas, la aftosa y el ocultamiento, nos valieron la grave sanción de no dejarnos por años ingresar a uno de los mayores importadores del mundo.

Se había logrado la apertura a nuestras carnes en Norteamérica a fines de 1998. En el poco tiempo que compró al país, representó el segundo mercado en valor luego de Alemania. La Argentina ingresaba con una cuota de 20.000 toneladas sin aranceles, pero también lo hacía con otras 15.000 toneladas pagando una tasa del 20 por ciento. 

En los próximos 60 días habrá un intercambio de documentación sobre equivalencias de inocuidad entre ambas naciones y luego vendría una visita a los frigoríficos argentinos de parte de los técnicos norteamericanos. Es de esperar que la visita sea provechosa porque de eso dependerá que en tres meses estemos embarcando nuestras carnes rumbo a Estados Unidos, un mercado que nos faltaba recuperar, ya que estamos exportando a la Unión Europea.

Y es importante la noticia porque en la exportación de carne vacuna, hace tiempo hemos quedado lejos del viejo liderazgo, caímos al duodécimo lugar con 200.000 toneladas, menos de la décima parte de los nuevos líderes, la India y Brasil, y solo un 7 por ciento de lo que exporta el Mercosur, en el que Paraguay y Uruguay treparon a los lugares sexto y séptimo. Esto trajo como correlato que muchos productores dejaran la actividad para dedicarse al agro y, como consecuencia, se redujeron drásticamente las cabezas de ganado y vientres disponibles. La situación del mercado interno, regulado y agobiado impositivamente, fue la gota que colmó el vaso de los ganaderos, que devinieron en sojeros en la medida que tuvieron la posibilidad de reconfigurar sus explotaciones.

Habrá que ver si con esta novedad, retornan a la actividad, para que la eventual nueva demanda pueda satisfacerse sin que el consumo interno sufra zozobras.

La otra cuestión no menos importante es que el trigo de los Estados Unidos registró a principios de esta semana otra fuerte suba y completó la tercera rueda positiva consecutiva en las Bolsa de Chicago y de Kansas, donde acumula ganancias del 21,7 y del 14,6 por ciento en junio, respectivamente. Pero no se augura buen clima para la próxima cosecha, lo que hará más codiciado el grano argentino porque en este sentido las leyes del mercado son tan claras como el agua. 

En el trigo argentino los exportadores ofrecieron 930 pesos por tonelada de cereal condición cámara para la terminal de San Martín; 1.300 dólares por mercadería con PH 78 y un mínimo de 10,5 por ciento de proteína para Punta Alvear, y 152 dólares por grano de calidad para Bahía Blanca. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires informó que los molinos pagaron entre 950 y 1.580 pesos por tonelada de trigo, según calidad, procedencia y forma de pago. No vemos los mismos avances de precio que en Estados Unidos, aunque se mantienen a buen valor, pero si el clima norteamericano que no será bueno nos ayuda, habrá suba visible en el precio del trigo.

 

La problemática del campo, con impuestos regresivos, no se resolverá en esta etapa del país que ya culmina sino que hay que empezar a mirar las propuestas de los candidatos y posibles futuros presidentes de la Argentina, para que las exportaciones se abran con más libertad al mundo, se vaya progresivamente eliminando el cepo cambiario y podamos mejorar claramente nuestra producción y venta de productos en un mundo cada vez más competitivo y exigente.


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