Editorial

Al caso Maldonado también se lo tragó la grieta


El país quedó casi en silencio por un minuto cuando apareció un cuerpo en el Río Chubut en un rastrillaje buscando a Santiago Maldonado y pese a que durante horas se mantuvo en vilo la identidad es probable que a estas horas ya esté confirmado que se trataría del joven artesano, quien fue visto por testigos en el llamado Pu Lof (interior de Cushamen) por última vez durante un operativo de Gendarmería Nacional el 1º de agosto pasado.

La conmoción es tal que se han suspendido los cierres de campaña de todos los partidos, mientras el Gobierno mantiene prudente silencio a la espera de los peritajes. Salvo Elisa Carrió que tuvo un rosario de frases desafortunadas que llevaron a que en el macrismo le pidieran que hiciera silencio, una solicitud inusual para una candidata del fuste de Lilita, pero sus frases fueron tan desubicadas que debieron correrla. Incluso se habló de suspender las elecciones del domingo, una idea que al fin parece que no va a prosperar. 

Y en esta Argentina donde la grieta se hizo abismo, ante las primeras novedades comenzaron las reacciones y las teorías conspirativas de uno y otro lado de las veredas políticas. Una película que los ciudadanos vemos cómo empieza y sabemos también cómo termina: con la verdad secuestrada por los relatos del pasado y del presente. 

La primera sospecha se establece de entrada y respecto a la diferencia de metros donde apareció el cuerpo. Por un lado, si el cuerpo fue sacado de la Zona Cero, esto indicaría que fue encontrado justo donde los mapuches declararon que vieron huyendo a Maldonado el 1º de agosto. Es el espacio en el cual el testigo Matías Santana lo ubica con una campera celeste y en manos de efectivos. Como es un sector donde ellos pasan permanentemente, acusan a las autoridades de haber “plantado” el cuerpo en estos días. Pero en el caso de que el avistaje haya ocurrido 300 metros río arriba y contra la corriente (que empuja los objetos hacia Esquel y no hacia El Bolsón), lo instalan en un sector que no había sido rastrillado hasta ahora y da argumentos a la teoría de un accidente. Sin embargo fuentes oficialistas insinúan que habiendo muerto Santiago fueron los mapuches quienes luego de estos meses lo plantaron allí ahora.

Como es sencillo de advertir, si es por teorías conspirativas, los argentinos parecemos espías de la Guerra Fría, acostumbrados a desconfiar de todo. En realidad no somos los responsables absolutos de este comportamiento, porque somos un pueblo que se ha hecho desconfiado a fuerza de tolerar tanta opacidad en casos resonantes. Sin ir más lejos en la investigación por la muerte del fiscal Alberto Nisman, hemos ido y venido con versiones encontradas y a más de dos años de su muerte, no sabemos más que el primer día. Se hicieron dos grandes autopsias, una por los peritos de la Corte Suprema que dio un resultado respecto a la hora de la muerte, las razones y otros detalles claves y otra dos años después realizada por la Gendarmería que ofrece un resultado completamente distinto, incluso hasta en las sustancias encontradas en el cadáver. Ambos equipos eran prestigiosos hasta el momento, de modo que resulta incomprensible lo que sucede y claramente compromete la verdad.

Precisamente como en el caso Maldonado no se pueden utilizar peritos de Gendarmería porque la fuerza aparece comprometida en el caso y entonces la autopsia la realizarán los peritos de la Corte. Justamente, ¿van a ser confiables los resultados de estos estudios o como siempre sucede en la Argentina, tendremos dos versiones: una la de los oficialistas y otra la de los opositores y en ello termina luego toda la sociedad envuelta adhiriendo a una teoría u otra? El cuerpo ya fue trasladado ayer desde el río Chubut a la morgue de Esquel envuelto en un plástico negro y luego en un avión sanitario hacia Buenos Aires partiendo del aeropuerto de la ciudad. En un comienzo los miembros del equipo de Antropología Forense se han ocupado de los pormenores y analizarán los restos para determinar la identidad, porque aunque hay muchos indicios de que se trata de Santiago Maldonado, su familia anoche en conferencia de prensa aseguró que hasta que no haya certeza basada en métodos científicos, no  habrá confirmación.

Se investigará a través del cadáver hallado, cuántos días estuvo en el agua, porque el joven artesano lleva dos meses desaparecido, de qué falleció, que es fundamental para conocer cuál es la responsabilidad de la Gendarmería –si es que la tiene- en este luctuoso caso. Y luego se podrá establecer las órdenes recibidas por las fuerzas y lo que pueda comprometer o no al Ministerio de Seguridad.

El problema es que en medio de tanto relato oficialista y opositor, marchas, teorías conspirativas, uso y abuso político del tema, la verdad se balea en un rincón. Y esta no es una cuestión menor, porque si no podemos confiar en la Justicia, porque está contaminada de política, no podemos confiar en las fuerzas de seguridad porque las maneja el oficialismo, no podemos confiar en los mapuches porque tienen intereses claros en el tema de las tierras y también juegan políticamente, estamos ante un problema muy serio.

 

Y la realidad es que como sociedad le debemos a la familia de Alberto Nisman, como a la familia de Santiago Maldonado (si es que el cuerpo hallado es de él), dos muertes muy distintas pero unidas por los relatos encontrados, una respuesta lo más cercana posible a la verdad. Hay padres, hijos, hermanos a los que debemos respetar más allá de la grieta, en toda la dimensión de la humanidad que debemos hacer gala, estemos del lado de la vereda que estemos…


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